Page 32 - RED ZONE ABRIL 2020
P. 32

Visto desde el aire, el Estadio Universitario –como se le conoció en esa época– tiene una fisonomía que asemeja a un sombrero de charro o, para otros,
          simula el cráter de un volcán. Está construido casi en su totalidad con base de mampostería de roca volcánica, aprovechándose al máximo el material
          propio del lugar.


          Rodeado por grandes arterias de la ciudad –Avenida Universidad, Revolución, Insurgentes y Periférico-, y desde donde se observan el cerro del Ajusco y
          los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, el Estadio Olímpico Universitario se yergue majestuoso en una de las zonas más bellas de la ciudad de México y
          en su lado oriente luce, orgulloso, el gran mural de Diego Rivera conocido como Escudo de la Universidad, mestizaje y deporte en México.

          Cubierto por un relieve de piedras de colores pintado por el muralista, un águila y un cóndor con las alas extendidas (simbolizando a México y al
          continente americano) cobijan a unos deportistas; al centro, un niño sostiene una paloma entre sus manos, mientras que en la parte inferior está una
          serpiente emplumada, emblema del México antiguo que perpetúa las raíces y la cultura mexicana.

          La idea de Rivera era decorar todo el talud con el tema El desarrollo del deporte en México desde la época prehispánica hasta la actual, del cual inclusive
          realizó los bocetos de la escultopintura. La falta de presupuesto y la muerte del artista plástico, lo impidieron.






































          En una entrevista, el maestro Rivera –quien realizó otros dos murales ubicados dentro del palco de honor del estadio, uno sobre el muro divisorio del
          vestíbulo y el otro en la sala de estar– declaró:

          “La escultopintura del Estadio de la Ciudad Universitaria es, indudablemente, la realización más importante de mi vida de obrero plástico, simplemente
          porque a mis posibilidades individuales de invención y construcción, a mi sensibilidad creadora, se han sumado setenta sensibilidades de obreros
          admirables, de albañiles y canteros que son tan artistas como los doce pintores y arquitectos que hemos trabajado juntos; y cualesquiera que sean
          el valor, la sensibilidad y la potencia productora individual de un solo hombre, no pueden equivaler, ni de lejos, a la suma armónica de ochenta
          sensibilidades humanas unidas, integradas, para la realización de una obra que servirá para honrar y enaltecer a nuestra patria”.

          El estadio Olímpico México 1968 ha sido escenario de importantes competencias deportivas como los VII Juegos Centroamericanos y del Caribe en 1954;
          los II Juegos Panamericanos en 1955; la inauguración y clausura de los  XIX  Juegos Olímpicos en 1968. También de los VII Juegos Panamericanos en
          1975, así como la X Universiada Mundial, en 1979, donde se disputó la final de futbol que ganó México. En 1986 fue subsede del Campeonato Mundial
          de Futbol México 86 y en 1990 albergó los XVI Juegos Centroamericanos y del Caribe. Además fue testigo de tres campeonatos de los Pumas en las
          temporadas 80/81, 90/91 y el Clausura 2004.

          Y la grama del estadio Olímpico vio y gozó –en épocas diferentes– a los dos más grandes futbolistas de todos los tiempos: Pelé y Maradona, además de
          certificar la gran hazaña deportiva de Bob Beamon, quien en 68 realizó un salto de longitud de 8.90 metros, record olímpico que duró 23 años.

                                                              32
   27   28   29   30   31   32   33   34   35   36