Page 29 - RED ZONE NOVIEMBRE 2020
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Un bodeguero de La Merced de origen libanés, Ravi Otre Bilif, en 1966 fue
de cacería a Michoacán. Ahí cazó a una puma que, herida de muerte, se
refugió en su cueva. Ya moribunda, protegió con su cuerpo a dos cachorros,
un macho y una hembra. El macho se convertiría en la tercera mascota
puma.
Los dos cachorros y el cadáver de la madre vinieron al DF, a la casa de
Ravi en la colonia de los Doctores, donde la piel de la puma se curtió y
sirvió de cobijo al par de huérfanos. El bodeguero llevó a ambos animales
a un veterinario que en esa época le pidió 10 mil pesos por salvar a los
pumitas. Ante la escasez de dinero, Ravi optó por la hembra, pero el doctor
la sobremedicó y falleció a los pocos días.
El puma sobreviviente llegó a manos de Agustín Ugalde, ex jugador de
Ciencias Químicas-Veterinaria, quien “a base de té de hierbabuena con
leche” prácticamente revivió al felino. Con el tiempo, éste se volvería
inseparable en los juegos de los equipos universitarios, tanto en los de
intermedia como en varios clásicos, hasta 1972, “donde, la verdad –
rememora Ugalde–, le perdí la pista”.
parroquianos estaban recargados en una pared, mientras Ulises, sobre
la barra, lamía unas cervezas. Lo agarramos y nos lo llevamos de vuelta
a la casa. Era un puma muy dócil, se engentaba fácilmente pero no era
agresivo, es más, yo diría que era hasta timidón”.
Llevó el nombre de Ulises y fue el símbolo de los Pumas desde 1967 hasta Después de esos sucesos, los equipos universitarios decidieron rentar
1972. De él hay dos anécdotas que relata Ugalde: a los hermanos Gurza –famosos por la gran cantidad de animales que
poseían y que aportaban para las películas de esos años– ejemplares para
“En el 69, Ulises fue portada del diario La Prensa. Sucede que el animal sus encuentros. Fue hasta 1984 cuando el entonces rector Octavio Rivero
vivía en la azotea de la casa del bodeguero Ravi. Convivía con un pastor Serrano adquirió para la Universidad un puma que había sido decomisado
alemán que era más bravo que el mismo puma. Un día, unos niños se en una aduana. Pero como la Facultad de Veterinaria aún no contaba
treparon a la azotea y jugaron con los animales. Uno de ellos se lastimó con con un lugar para el felino, éste tuvo que vivir en el zoológico de Aragón
el collar –de alambre– del puma. El papá demandó a Ulises. Lo llevaron a la mientras se le construía un espacio idóneo.
Procu y ahí la licenciada que atendió el caso, indultó al animal... Eran otros
tiempos, con eso de la posesión de animales. Ahí estaba, en los separos, con
los ojos tristes, con las orejas gachas, y entonces yo lo subí a una silla. Un
fotógrafo de La Prensa le sacó una foto que al día siguiente apareció en el
diario con el cabezal: ‘Ulises se declara inocente’.
“Al año siguiente, la familia que lo tenía nos habló preocupada: Ulises
se había escapado de la azotea y andaba en la calle. Fui a la Doctores
con otros jugadores. Lo buscábamos esperando ver gente aterrorizada por
las calles. Temíamos que hubieran llamado a la policía y ya lo hubieran
baleado, pero sucede que en la calle de Doctor Norma hay, en las esquinas,
varias cantinas. Nos asomamos en una y cuál sería la sorpresa: todos los
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