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Zamora Medina: una familia unida por el
amor, el deporte y el estudio
Enrique Fernández / Fotos: Denisse y Estefany Acosta
Encontrar al compañero (a) de toda la vida no es sencillo, pero cuando se
unen aspectos como el deporte, el estudio y el amor es mucho más fácil
formar una familia, tal es el caso del coach Juan Antonio Zamora y su
esposa Andrea Medina, quienes desde el 2008 se unieron en matrimonio.
Hoy con dos hijos, Regina y Marcelo, la familia Zamora- Medina vive el día
a día con mucha pasión y amor, atendiendo a los hijos, dirigiendo a los
Auténticos Tigres, además de concluir con sus estudios de doctorado en su
Alma Mater: la UANL.
Como en toda historia, no todo ha sido futbol americano para el coach
Zamora, como se le conoce en el deporte de las tackleadas. Pasar momentos
con sus seres queridos también ses parte importante y lo que lo impulsa a
seguir adelante y esforzarse cada vez más.
Ese momento que ligó al entrenador en jefe de los Auténticos con su pareja
Andrea Medina comenzó en el 2001, cuando la hermana de su hoy esposa
los presentó. “Fue algo de mera casualidad, nada planeado, sino que ella
(su hermana) llevaba algunas clases conmigo en la Facultad de Ingeniería
y en una reunión me la presentó y así comenzó nuestro noviazgo que duró
hasta el 2008, cuando nos casamos”, comentó el coach Zamora.
El deporte está dentro de esta bonita relación, ya que Andrea practicó el
softbol a un alto nivel; y eso sin duda fue un factor importante para seguir
muy de cerca a su novio y futuro esposo.
“Yo jugaba desde niña softbol, lo hice en las Ligas Pequeñas, después
con la Prepa 7, y posteriormente en Tigres de la UANL. Fui primera base,
cátcher, jardinera y hasta pitcher”, explicó Andrea Medina.
En relación a sus años de noviazgo, todo comenzó en el 2001 el día en que
tuvieron el llamado duelo de Tigres vs Ex Tigres. “Ese día nos hicimos novios
y seguimos nuestra relación por casi ocho años”, añadió el entrenador de
los Auténticos Tigres.
Siempre unidos. Andrea recuerda cuando eran novios como se organizaba
con las novias de los demás jugadoras para acudir a los partidos e incluso
hacer algunas mantas de apoyo. “Si, de hecho tardaba hasta seis meses
para hacer una manta grande, y todavía las conservo. En ese entonces
sentía pena porque aparecía en los periódicos con mis mantas, pero fue una
época muy bonita”, añadió la esposa del coach.
Luego llegó el matrimonio y como ha sido toda su vida unida, ambos
se apoyaron para concluir sus respectivas maestrías y posteriormente el
doctorada, grado que acaban de terminar en la UANL.
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