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La segunda  versión la da  Alejandro  Canario Morales   “Así es como el ¡Goya!  fue grito de  reunión para la
           Troncoso, estudioso del futbol americano estudiantil y ex   sana distracción. Posteriormente los jugadores de futbol
           jugador de Cóndores:                                  americano lo tomarían como su grito de guerra, ya que
                                                                 Luis Rodríguez, el popularísimo Palillo, lo supo conducir
           “En la primera mitad de los años 40, llegó a la preparatoria   con  vibrante  magnetismo,  haciendo  temblar  a  los
           un escuálido muchachito llamado Luis Rodríguez, quien al   graderíos e, invocado por decenas de miles de gargantas,
           paso del tiempo se convertiría en el más dinámico porrista   premiaban y conducían a dejar sobre el emparrillado la
           del rudo deporte y quien, por su extrema delgadez, fue   vida misma si fuera necesario por lograr una victoria para
           apodado  Palillo, quien  tenía  grandes  dotes  de  líder y   la Universidad.”
           se las ingeniaba  para negociar  con los  encargados  de
           los  cines  aledaños  a la preparatoria para que dejaran   Actualmente, el Goya es el grito de guerra en las causas
           pasar  a  algunos estudiantes,  quienes  preferían  este   universitarias,  la  representación  viva  de  unidad  y
           entretenimiento a  las  cátedras  de  lógica,  matemáticas,   fraternidad de la comunidad e identificación fundamental
           filosofía,  biología,  etcétera,  que  impartían  verdaderas   de los Pumas en los campos de juego.
           lumbreras de la docencia preparatoriana”.
                                                                 Historias aparte, quien popularizó el Goya y lo convirtió en
           “Los cines  en  cuestión eran  el Río,  el Venus y, el más   el emblema de los universitarios fue, indudablemente, Luis
           cercano a la preparatoria, el Goya, que estaba en las calles   Palillo Rodríguez.
           del  Carmen,  casi  enfrente de  la Hemeroteca  Nacional.
           Cuando se buscaba matar el día e irse de pinta al cine, se           ¡Goya! ¡Goya!
           gritaba: ‘¡Goya! ¡Goya!’... Más adelante se le agregaron       ¡Cachún, cachún, ra, ra!
           las palabras ‘¡cachún! ¡cachún! ¡ra, ra!’ que, al decir de     ¡Cachún, cachún, ra, ra!
           los  conocedores de esa  época,  hacían  alusión al placer
           irrestricto de que alguna damisela accediera a acompañarle                ¡Goya!
           al cine y, entonces, ‘cachún’ equivalía a cachondear.               ¡¡Universidad!!







































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