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Jesús Vela fue una leyenda
del futbol americano regio
*Aunque formó parte del equipo del Tec de Monterrey, reconoció siempre que era un
Auténtico Tigre.
Enrique Fernández
Los emparrillados en la UANL perdieron durante el mes de octubre a toda una
leyenda, al partir el coach Jesús Vela García, quien por más de 40 años colaboró
en el programa de los Auténticos Tigres, los Elefantes de FACPyA y muchos otros
equipos más.
Era la mañana del domingo 16 de octubre cuando la triste noticia se esparcía
por todo el estado, pues para muchos ex–jugadores y jugadores actuales el
entrenador Vela no sólo fue su mentor en los campos, sino toda una institución.
Nacido en Salinas Hidalgo, Coahuila, el 22 diciembre de 1945, llegó a Nuevo
León para estudiar y jugar como liniero para los Borregos Monterrey, portando el
número 77. Egresó de la carrera de Economía, pero de inmediato dedicó su vida
al futbol americano, donde encontró no sólo su casa deportiva, sino también hizo
miles de amigos y formó a cientos y cientos de jugadores en hombres de bien.
Con Auténticos también se encargó de comandar a la escuadra de
azul y oro por un año (1973). Posteriormente, con el arribo de Pedro
Morales a dirigir el equipo de la UANL, de nueva cuenta se sumó
como Coordinador Ofensivo, logrando cuatro cetros más para la
universidad , todos ellos en la década pasada.
Sería a principios de la década de los setentas, cuando por invitación del coach Su calidad humana y grandes conocimientos del deporte de las
Cayetano Garza, se sumó al staff de entrenadores de los Tigres como encargado tackleadas lo llevaron a ser uno de los entrenadores más queridos en
de la línea ofensiva, contribuyendo a la conquista del título en 1977. la UANL, donde propios y extraños se acercaban siempre a saludarlo
y escuchar los consejos de un maestro de los emparrillados.
Pero sus grandes años como formador de deportistas y profesionistas los pasó en
los pasillos y el campo de los Elefantes de FACPyA, donde por décadas comando Pese a su estado de salud, buscaba la manera de acompañar a sus
al equipo de rojo y plata; no por nada el terreno de juego en esta facultad lleva queridos Elefantes, ya fuera a la orilla del campo o en la banca de su
su nombre. equipo, desde donde no dejaba de realizar observaciones.
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